lunes, 6 de diciembre de 2010

Práctica 2: La falacia de la caja negra

El texto me da a entender, en un nivel general, que los medios no desparecen, sino que coexisten unos con otros. Lo que cambia son los instrumentos a la hora de hacer nuevas tecnologías. Los viejos medios nunca mueren son simplemente las herramientas que utilizamos para acceder al contenido de dichos medios. Por ejemplo, antes para escuchar música se utilizaban los discman, pero actualmente con la aparición de los MP3, MP4, etc., poca gente sigue escuchando música en los discman, pero no los tiras, quiero decir, que aunque su uso sea haya minorizado los sigues guardando en tu casa, de modo que vas amontonando un montón de tecnologías según van evolucionando, lo que el autor del texto denomina: “las cajas negras”.



Ninguna tecnología útil desaparece, se evoluciona para sobrevivir, pero manteniéndolas todas, coexistiendo unas con otras, ya que la tecnología es tan antigua como la humanidad. Ésta implica una adaptación del medio al sujeto.

Las tecnologías nos han proporcionado multitud de ventajas, tales como la velocidad, la eficiencia, el descanso, la seguridad, etc., siempre tratando de satisfacer nuestras necesidades y por consecuencia, son ideadas o aplicadas por el hombre.


El autor expone en el texto el ejemplo de la radio, el cual me da a entender que, por ejemplo, esta tecnología se utilizaba y utiliza para informar a la gente, básicamente, y aunque esa función, ahora corresponda mayoritariamente a la televisión, o sea un grupo mayoritario de personas el que emplea ésta para informarse, no quiere decir que se haya sustituido la tecnología en sí, puesto que los instrumentos siguen siendo los mismos, lo que ha cambiado es la apariencia, de la radio a la televisión, pero con la misma función, lo que evoluciona es su aparataje. Aun así, opino, que la radio es un claro ejemplo de una tecnología que nunca, o por lo menos por ahora, pasará de moda.

El problema entonces reside en la propia persona humana, esto es, nuestro propio consumismo desenfrenado nos obliga a tener cada vez más necesidades y con ellas adquirir más cosas para estar siempre "a la última", y lo más grave, es que lo hacemos sin ni siquiera plantearnos de dónde viene, cómo se construyó, con qué, qué consecuencias causa su uso, etc.

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